Estamos en mayo y, por estos días, en muchos países se celebra el día de la madre, de todas las madres, las biológicas y las que no. Es una celebración bastante expandida y, aunque se ha vuelto bastante comercial, no deja de conmemorar una relación muy especial que nos une, generación tras generación, a nuestras madres, y para muchas mujeres, a nuestros hijos. Es una relación muy fuerte y muchas veces compleja que a pocos deja indiferente.

 

Probablemente muchos, sino todos, podríamos afirmar que el embarazo causa cambios físicos en las futuras madres. Una avalancha de hormonas inicia una verdadera metamorfosis. La concentración de progesterona durante el embarazo es 10 veces mayor a la medida en la fase de ovulación. Y la cantidad de estrógenos, supera toda la producción que una mujer tendrá fuera del embarazo. Pero atención, que estas no son las únicas hormonas que hacen de las suyas durante este periodo. La oxitocina (conocida como la hormona del amor) y la prolactina también aumentan su concentración, esta vez, para favorecer el parto. 


Así, poco a poco, los cambios en el cuerpo se hacen evidentes: crecen los pechos, se enanchan las caderas y obviamente, el vientre va tomando proporciones cada vez mayores. Sin embargo, las hormonas también causan efectos más sutiles en la futura madre. Inducen cambios internos, como los curren en el cerebro.

 

En los últimos años, la plasticidad del cerebro femenino se ha convertido en un tema de investigación creciente, y en ese contexto, la maternidad juega un rol mayor. Estudios recientes nos dicen que la transición a la maternidad marca algunos de los cambios más significativos que sufre el cerebro de la mujer adulta. Tal vez de forma inesperada, se ha encontrado una disminución del volumen cerebral, de la neurogénesis y de la densidad de ciertas células cerebrales (gliales). Pero no nos confundamos, porque en este caso MENOS ES MAS, ya que presumiblemente, este remodelamiento del cerebro tendría como resultado optimizar los cuidados del bebé y otros comportamientos posparto. Es importante mencionar que no se ha encontrado ninguna relación entre estos cambios y las capacidades cognitivas, intelectuales o de memorias en estas mujeres.

 

Para llegar a estas conclusiones, un grupo de investigadores liderados por Elseline Hoekzema y Erika Barba-Müller, reclutaron a un grupo mujeres sin hijos, pero que tenían la intención de ser madres en los próximos meses. Se les pidió el consentimiento para tomar imágenes de su cerebro (IRM) antes del embarazo y 3 semanas después del parto. Al comparar las imágenes antes y después del parto, se observó una disminución significativa del volumen de la materia gris en ciertas regiones de la corteza cerebral, regiones que se han descrito como implicadas en la empatía o la capacidad de ponerse en el lugar del otro.


La única otra modificación detectable, fue una disminución en una región del hipocampo cuyo rol esencial es la memorización durable. Sin embargo, los estudios no detectaron ninguna disminución en la capacidad de memorización per se. Esto hace pensar que, tal vez, estos cambios en el hipocampo estarían más ligados con el proceso de memorización, que con la memorización propiamente tal. Como control, participaron mujeres sin hijos que no se embarazaron durante ese periodo, las cuales no mostraron ningún cambio significativo en sus cerebros. Así, los investigadores concluyeron que, es la maternidad la que induce estos cambios.

 

Con estos datos analizados, no se puede saber si este remodelamiento ocurrió durante el embarazo, el parto o producto de las 3 primeras semanas de cuidado parental. Para tratar de entender si el cuidado parental podía ser el responsable de estos cambios, se compararon las imágenes cerebrales de los padres antes del embarazo y 3 semanas después del parto. A diferencia de las madres, no se detectaron cambios en el cerebro de los padres.

 

Otro hecho interesante que sale de estos estudios es que cuando a las madres se les mostraban fotos de sus bebés, y no de otros bebés, las regiones del cerebro que se habían modificado y que están relacionadas con la empatía, eran justamente, las que más se activaban. ¡Y hay más! También lograron correlacionar el grado de apego con los cambios en la materia gris: mientras mayores eran los cambios en las regiones implicadas en la empatía, mayor era el grado de apego de la madre al hijo.

 

¿Es posible que esta disminución del volumen de materia gris se deba a una disminución de la distancia que separa las neuronas? ¿a un refuerzo de las conexiones? No lo podemos saber a ciencia cierta, pero otros estudios parecen ir en este sentido.

 

Dos años después del parto, las modificaciones en el hipocampo habían desaparecido. El hipocampo había recuperado su tamaño inicial, pero la disminución de la materia gris (implicadas en la empatía) se mantenía. Un nuevo estudio publicado en el 2021 nos dice que 6 años después, las modificaciones en la corteza cerebral persisten. Si estos cambios a nivel cerebral son permanentes o no, es muy luego para asegurarlo. Sin embargo, lo que si podemos decir es que, para muchos, el vínculo es claramente de toda la vida.

 

Feliz día a todas las madres, con una mención muy honrosa a mi mama.

 

 

 

Ref

Hoekzema E, Barba-Müller E, Pozzobon C et coll. Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Nature Neuroscience 2017, 20:287-96

Rice K, Redcay E. Spontaneous mentalizing captures variability in the cortical thickness of social brain regions. Social Cognitive and Affective Neuroscience 2015, 10:327-34

Pawluski J,  Hoekzema E, Leuner B, Lonstein J. Less can be more: Fine tuning the maternal brain. Neuroscience & Biobehavioral Review. 2022 Feb;133:104475.

 

 

 

 

 

AUTORA E ILUSTRADORA :
Bertsy Goic Figueroa

Es ingeniera en biotecnologia molecular, tiene un PhD en biotecnologia. Trabajó por varios años como investogadora en el instituto Pasteur. Actualemente es comunicadora e ilustradora cientifica freelance.

 

 

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